sábado, 2 de enero de 2016

RADIOTERAPIA
SEMANA 1 - AGOBIO


Esta semana he estado triste, no estoy muy segura de por qué pero creo que el tratar de descifrar esto me ha puesto así. No me gustan las radioterapias, sé que es parte del camino a la sanación total pero no me gustan, extraño el calor humano que aun a través de los guantes sentía en la quimioterapias, allí había una sala llena de gente, contando sus historias, sus victorias y su fe en el resultado, aquí no.

A la semana de haber hecho la tomografía de simulación he ido a la primera sesión, han hecho unas marcas que indicarán donde exactamente deben estar alineados los rayos rojos de la maquina para recordar la mejor posición por la que debe pasar el tratamiento, después que el técnico te ayuda a acomodarte sale de una especie de búnker que cierra con una puerta gigante como de hierro, él estará en una sala aparte vigilando por unas camaras los movimientos del aparato; he puesto el cronometro por eso sé que son largos 12 minutos, solo esta máquina con sus ruidos, sus rayos rojos y yo, eso no me gusta, hace todo esto mas real, esos 12 minutos de realidad a solas me permiten pensar y hacen que de una manera atrevida, crea que puedo descifrar esto.



Hoy salí por primera vez desde que inicie este camino preguntándome ¿Cuándo paso esto? ¿Cuándo fue que mi cuerpo decidió no luchar contra UNA sola célula mala y termine aquí, acostada bajo esta máquina con una mano arriba, sin un seno y con miedo al futuro?, a ese futuro que desde niña amé porque significaba oportunidad, soñar, vivir. Tratar de descifrar esto me hace entender menos cada vez. Todos están contentos de que ya  esté en esta etapa pero a mi esta etapa me da más miedo que el comienzo del tratamiento,  esta fase aparte de todo lo impersonal que ya mencioné que es, significa el fin del tratamiento y de lo que me protege contra esto, después quedo sin terapia alternativa.
Una vez leí un libro que marcaba la diferencia entre aceptar las inevitables tormentas de la vida o resistirlas pero, salir descalabrado. El autor comparaba esto con los olmos y abetos, hablaba de cómo vio en su niñez a muchos olmos quebrarse por el peso, al tratar de resistir la dura carga de hielo en invierno, parecían árboles indestructibles con su corteza gruesa y sus 20 metros de altura que despues de tanto permanecer erguidos y resistir y resistir cada vez mas y mas peso terminaron cayendo; y estaban los abetos, los débiles pinos, estos árboles aprendieron a inclinarse, a ceder ante el peso, cooperan con lo inevitable y se doblan, al pasar la época de pesado hielo ellos siguen en pie, así… sin luchar, solo se adaptan y esperan. ¿Sera eso lo que debo hacer? ¿Solo cooperar sin negarme  a "doblarme  como un sauce" y dejar de insistir en "resistir como un olmo"?.




Y es que no hay manera de explicar a quien no ha pasado por esto la sutil diferencia entre tener miedo a vivir tanto como tener miedo de morir, a no saber hasta que grado vivir intensamente es morir lentamente, es difícil medir las cosas que valen la pena sacrificar ahora, es complicado medir hasta donde "es sano" el peligro de vivir al extremo, hasta es difícil explicar los sentimientos. Contrario a lo que se podría pensar, este Blog no lo escribo para alardear de lo fuerte que soy, para pretender hacerme ver indestructible e inquebrantable, sino para desnudar sentimientos de los que no me atrevo a hablar, para exponer los mas oscuros miedos que se sienten durante y ahora despues del tratamiento, sé que muchos pasaran y solo leerán sin entender el trasfondo de lo que se quiere decir pero escribo para muchos otros que dicen "esta bien sentirse así", porque es un descubrir y aceptar que habrán días difíciles, días tristes, días en los que flaquearás y que
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necesitas ayudas, que necesitas un abrazo, que tienes
miedo, que necesitas una mano para volver a levantarte, y ESTA BIEN, esta bien sentirse así porque es una realidad que la vida puede escurrirse de las manos, lo mas importante es no quedarse en el dolor, es vivirlo, sentirlo, flaquear y despues levantar cabeza y agarrar ese dolor como escalón para que duela menos la próxima vez.



"Extendí los brazos en busca de algo a que apegarme, a que aferrarme y no encontré nada. Pero, al hacerlo, descubrí, algo que no había buscado: a mí mismo" Henry Miller, 1891 - 1980 Novelista Estadounidense
 

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